Morelia entre la muerte y la vida

Por Ariadna P. Páez

Morelia entre la muerte y la vidaPrimero de noviembre en la ciudad de Morelia, es un día distinto a los demás, el ambiente huele a flores y copal, desde las primeras horas de la mañana los mercados están alborozados de compradores que adquieren diferentes objetos para adornar sus altares: veladoras, flores de cempasúchil, papel picado de diversos diseños y colores, coronas, dulces de azúcar en forma de calaveras, tumbas y alimentos. ¡Cómprame marchantita el pan de muerto!, ¡llévate la fruta para tu ofrenda!

Hoy es día de fiesta, la familia se prepara para la visita de los seres queridos que ya no están entre los vivos, padres, hermanos, primos, tíos, abuelos entrañables, quiere festejarlos, profesarles el amor que antaño quedó inconcluso. Se colocan, sobre lienzos blancos, fotografías y pertenencias favoritas de los añorados, sus alimentos mas gustados: arroz, pollo en mole, tamales, atole, corundas…, cigarros para el fumador, juguetes si las víctimas fueron niños, un vaso de agua o una botella de licor, veladoras y pétalos de flores para señalar el camino de regreso al inframundo; todo está listo para el banquete.

Es hora de ir al cementerio, y los deudos se dispone para arreglar los sepulcros, se quita la yerba, se acomoda la tierra, se adornan con flores y coronas. En torno a ella los parientes se acomodan para pasar el día, se han llevado viandas y bebidas, se rebozan los platos con guisos especiales, se reza, se canta, se recuerda como eran los difuntos, sus anécdotas y legados, llegan otros allegados y amigos, entre charlas, relatos y recuerdos han pasado las horas y es tiempo de regresar a casa.

Sin embargo hay quienes siguiendo las antiguas tradiciones deciden pasar la noche entera acompañando a sus muertos. En los panteones donde es permitido se hace una fogata; siguen las oraciones, los cánticos y rezos. Las horas van transcurriendo y el frío se hace más intenso, para apaciguarlo se han introducido de contrabando botellas de aguardiente, las almas se invaden de nostalgia, de tristeza, de alegría; los espíritus de los vivos y los muertos se confunden, recordándolos con fervor se llora, amanece, es hora de partir.

Fue un día excepcional, el misterio de la vida y de la muerte es revelado desde la herencia precolombina matizada de catolicismo, y Morelia es el escenario.

¡Una vez mas nuestra ciudad nos sorprende con su riqueza cultural!